Lo siento, pero me empiezo a cansar de ver fotos en la playa, fotos en …
Siempre he querido ser como Audrey Hepburn en Vacaciones en Roma. Pero resulta que se me pasó la edad de la inocencia para tener su rostro y ando más cerca de la locura repentina de Anita Ekberg en La dolce vita. El caso es que, por más que compro billetes y reservo hotel para ir a la ciudad eterna, no hay manera de ahuecar el ala de los Madriles. Así que, cuando me entra el mono italiano, una de dos: o marco a Euprepio Padula o busco un buen restaurante italiano en Madrid.
De lo primero os hablaré otro día –concretamente de un documental que ha producido y que tiene muy buena pinta–: hoy me centraré en lo segundo. O sea, en la comida. Que, junto a dormir, es uno de mis grandes placeres confesables.
Sofía Loren lo dijo claramente: «Todo lo que ves se lo debo al spaguetti». Y yo, que a pesar de ser Audreyholic, me identifico más con las curvas mediterráneas, me pongo la dieta por montera y me rindo a los encantos del hidrato de carbono en Fellina, el nuevo restaurante del grupo Le Cocó.
El nombre huele a cine. A Fellini, pero en mujer. Contundente y con hormonas. Seductora e irresistible.
En la puerta, dos vespas. Mi Audrey, de algún modo, se asoma a este rincón italiano. Cruzado el umbral, productos cien por cien mediterráneos: pimientos (italianos, claro), harina en sacos, pan en cestas, guindillas en rama. Un neón. Y rumor de manteles a cuadros más allá de los cristales. Supongo que así son las trattorias 100% italianas. Y así la ha concebido Juan Medina, de Madrid In Love. Con sus retículas rojiblancas sobre las mesas, sus vasos sesenteros de cristal naranja y su aperitivo de queso y mortadela apenas te ofrecen la carta.
He de reconocer que cuando oigo la etiqueta «de moda» detrás de la palabra «restaurante», mi tarjeta de crédito se echa a temblar. Y miro la lista de precios así como de reojo, sin esperar propuesta alguna que se resuelva sin decenas. En Fellina me equivoco. Es el restaurante italiano de moda en Madrid, sí, pero hay antipasti desde 8 euros y el plato más caro apenas pasa de los 15.
Doru Timoce, el encargado, nos recomienda un trío ganador: fiori de zucchina (flores de calabacín en tempura), pizza frita (supuestamente para dos, pero creo que podrían comer y quedarse satisfechos todos los vecinos de mi bloque) y spaguetti alla carbonara originale (o sea, sin nata ni bacon, sino preparado al momento con huevo de corral y queso pecorino). De postre, cómo no, tiramisú, que presentan, muy original, en una cafetera de las de toda la vida, de aluminio, en la que el café silba al subir.
Me quedo con ganas de probar el carpaccio de setas, el tartar de atún o la tosta de sardinas ahumadas y maracuyá (al menos con estos platos creo que Belinda, la jefa de Diet Alba, no me echará la bronca cuando me suba a la báscula), pero de momento voy a ayunar unos días. En caso contrario, la Vespa de Audrey jamás podrá conmigo.
Tel.: 914 109 250
Precio medio (carta): 25-30 € (con bebida)