Este fin de semana os vamos a mandar a Alpedrete. Sí, sí: vete a Alpedrete… ¡pero …
Lleva apenas un mes en la capital y El Bacaro de Fabio Gasparini ya se ha convertido en lugar de referencia para los amantes de la cocina italiana por el mimo que le ponen a su gastronomía tradicional, en la que destacan las riquísimas pinsas y una Carbonara originale -por supuesto con yema de huevo, queso pecorino y guanchale, como debe ser-. Los hermanos Guerrero y el chef que da nombre al restaurante nos traen este rincón de Italia que ha llegado para quedarse.
Ya tenemos italiano de cabecera en el barrio de Chamberí, junto a la calle Fuencarral, que ya nos está conquistando con sus recetas caseras típicas y artesanas pero genuinas. Tanto la cocina como la bodega y el servicio destacan en calidad, versatilidad y buen hacer; lo que no nos sorprende cuando descubrimos que detrás de esta idea están los hermanos Aarón y Mesala Guerrero -responsables de la taberna La Tía Feli; y el primero también de La Malaje junto a Manuel Urbano-, y el chef Fabio Gasparini a los fogones, que lleva ya 12 años en España haciendo como nadie gala de lo suyo y trabajando por ejemplo para la Embajada italiana en Madrid.
En cuanto al nombre del local, un ‘bacaro’ es una tasca tradicional veneciana donde se puede comer o cenar, pero sobre todo son los lugares elegidos para tomarse un vino acompañado de un cicchetti, la versión veneciana de nuestras tapas. Sin embargo la oferta de este recién llegado va más allá de los pinchos. También bordan la Lasagna -imprescindible preguntar por la casera cada día-, y tienen Gnocchi al pesto, Ravioli de boletus con salsa de trufa -hechos a mano- y pastas clásicas con salsas como la amatriciana, la puttanesca y la imprescindible Carbonara originale.
También tienen unas originales y deliciosas pinsas, que empiezan a ponerse de moda y están a caballo entre una pizza y una focaccia, realizadas de manera artesanal con masa madre, una mezcla de harinas de maíz, arroz y trigo, aceite de oliva y una fermentación de hasta 72 horas. El resultado es una base ovalada, muy ligera y crujiente que resulta más digestiva y que admite diversas combinaciones: Mortadella, burrata y pistachos, Cecina, parmesano y rúcula o La piccante de El Bacaro. Todo elaborado con las mejores marcas de productos italianos. Perfectos para compartir, no faltan entrantes como la Burrata con tres texturas de tomates o el Vitello tonnato y para terminar, su Tiramisú casero, la Pannacotta con miel de trufa o el Mini cannolo siciliano obligan a dejar hueco porque son una auténtica delicia.
Sorprende también su cuidada selección de vinos italianos -más de 30-, un tercio de ellos disponibles por copas. Y como de clásicos va la cosa, también tienen varios vermuts autóctonos y preparan Aperol Spritz, Negroni y Bellini, los cócteles venecianos por excelencia. Para la gente del barrio y para cualquiera que pasee por el céntrico barrio, cuentan con un menú del día por 12 € en el que además de una tosta de aperitivo, se puede elegir cualquier pinsa o pasta de la carta.