Así que le hincamos el diente a esta verde flor que tantas y deliciosas elaboraciones …
Frente a otras regiones que han dominado desde hace décadas el panorama nacional del vino, los de Extremadura, regulados por la Denominación de Origen Ribera del Guadiana, han irrumpido con fuerza y están más en boga que nunca.
Los vinos de Extremadura están viviendo uno de sus mejores momentos y de ello da fe la D.O. que los ampara. Con vides repartidas en seis subzonas (Tierra de Barros – donde se concentran el 80% de las viñas- Cañamero, Ribera Alta, Ribera Baja, Montánchez y Matanegra), cuyos suelos, microclimas y altitudes las convierte en únicas, además de hacerlas diferentes unas de otras, se elaboran blancos y tintos que ponen de manifiesto la diversidad de las provincias de Badajoz y Cáceres. A pesar de que su Consejo Regulador no exigiera a las bodegas una homogeneidad para entrar a formar parte de la denominación, sí que consideraban necesarios que se cumplieran ciertas pautas en torno a la calidad de los productos que viniesen dadas por las variedades, la forma de cultivo, la elaboración o la crianza. Una calidad que ha mejorado notablemente y que ha luchado por acabar con la venta a granel de casi el 90%.
Hablamos de blancos que se elaboran a partir de variedades como la Pardina, la Cayetana Blanca, la Macabeo o la Eva (también llamada Beba de los Santos) e incluso la Chardonnay, la Pedro Ximénez y la Verdejo, de las que se obtienen vinos agradables y fáciles de beber, suaves pero persistentes, con toques anisados y suavidad en boca. Los tintos, que cobran especial protagonismo por superar en superficie y producción a los blancos (como mínimo, el 80 % del total de los proyectos deben ser viñedos con variedades tintas) se elaboran con Tempranillo, Garnacha, Graciano, Cabernet Sauvignon, Merlot, Monastrell y Syrah y debido a la naturaleza del terreno donde crecen acaban aportando al vino toques balsámicos, además de notas de regaliz y frutos rojos. Son vinos cálidos, tánicos y sabrosos.
Esta D.O de vinos de Extremadura fue reconocida en 1999, después de que el Ministerio de Agricultura Pesca y Alimentación (MAPA) ratificara el reglamento de su Consejo Regulador y se embarcaron en un viaje que ha evolucionado hacia la calidad y el prestigio. Dos décadas después han logrado llegar a la meta testigos del éxito cosechado durante el camino recorrido. Esto se ha debido en gran parte a la restructuración del viñedo en toda la D.O y a que conjuntamente, por su parte, las bodegas han realizado una importante adaptación tecnológica según los parámetros sobre los que aúna la enología moderna. Todo ello ha implicado también a una actualización de la imagen tanto de las bodegas como de su producción y aspectos como el formato y la etiqueta han sido también revisados siguiendo adecuados criterios de marketing. El resultado de sobra ha valido para hacerse hueco en un mercado dominado por otras fuertes y posicionadas regiones vitinícolas con sus respectivas bodegas, pero también para cosechar éxitos como por ejemplo el del «Concurso Mundial de Tempranillo» celebrado en Bruselas el pasado mes de diciembre, donde dos vinos de Bodegas La Corte fueron premiados.
Aunque es cada vez más fácil encontrar en las cartas de los restaurantes vinos de la Ribera del Guadiana que tan bien armonizan con cualquier plato, aún queda mucho por hacer. Por eso, el 17 de febrero la D.O viajó hasta Madrid para presentar oficialmente todo lo que esta región vitivinícola tiene que contar y que ofrecer. Para ello 18 bodegas pertenecientes a las diferentes subzonas acudieron al encuentro (Antonio Medina, Viñaoliva, Viticultores de Barros, Pago los Balancines y Viñaoliva entre otras) y pudieron dar a conocer sus vinos en un espacio tan apropiado y acogedor como es la vinoteca Lavinia.