Guijuelo, escapada gastro a dos horas de Madrid

Se avecina el segundo puente de mayo (que es el mes de las flores y de los domingueros) y, como de momento no parece que vaya a hacer días muy radiantes, en Madrid a tu estilo os proponemos una escapada para que os iluminéis por dentro. No se trata de un retiro espiritual, sino más bien de un destino gastro por excelencia, a solo dos horas de Madrid: Guijuelo.

Las que estáis a dieta no me miréis mal: Guijuelo es cuna del jamón por excelencia y, queridas amigas, el jamón son proteínas, así que… ¡a comer! Otra cosa, claro está, es que, cuando lleguéis al Hotel Torres y veáis las tapas que allí se estilan, decidáis pecar.

Si optáis por darle gusto al paladar (que es lo suyo, por otra parte), dejaos aconsejar por Adela: os recomendará chanfaina (un plato tipiquísimo salmantino, que tiene así como arrocito guisado, muy rico) y lengua ibérica adobada (inciso: os aseguro que odio la casquería pero este plato está simplemente delicioso).

Menos ibérica pero igual de rica está la tortilla de mejillones, o el pimiento de piquillo relleno… y, cómo no, las patatas fritas (caseras, finísimas, crujientitas, ricas, ricas) que llevan décadas haciendo en las cocinas del Torres.

Para un buen maridaje tenéis una gran variedad de vinos. Si apostáis por Épica (un Ribera del Duero que se ha puesto muy de moda), acertaréis de pleno. Claro que puede que os ventiléis una botella entera y os haga falta una siesta, pero tranquilos: el Hotel Torres es chiquitito pero muy cuco, así que reservad una habitación y disfrutad de un buen descanso ibérico antes de seguir con la ruta.

¿Descansados? Pues a patear. Lo suyo es que concertéis una visita a un secadero de jamón, porque, además, cuando empecéis a recorrer las calles de Guijuelo oleréis a jamón y se os saldrán los ojos de las órbitas. En el mismísimo centro está Alma de Ibérico donde, además del rico manjar, encontraréis otros productos gourmet y regalos originales para paladares exigentes.

En pocos metros a la redonda desde allí habréis descubierto los lugares de interés de Guijuelo: la Plaza del Reloj, donde en la actualidad está el ayuntamiento y que en tiempos ocupó el Casino, el Teatro Gabriel y Galán y el Café Mercantil; la iglesia parroquial Nuestra Señora de la Asunción (dato curioso: se financió con donaciones realizadas por los vecinos); o la Plaza de Julián Coca (el banquero fundador del Banco Coca, de Guijuelo), conocida como la “plaza de los cerdos”, porque era allí donde se vendían estos animales los días de mercado.

Más famoso, aunque retirado del centro, es el torreón, ruinas de una fortificación eclesiástica del siglo XV levantada por encargo de la infanta Doña Catalina, hija de Felipe el Hermoso y Juana la Loca. Si vais hasta allí tenéis cerca dos localidades vecinas que merece la pena conocer: Campillo de Salvatierra y Aldeavieja de Tormes.

Pero os dijimos que os llevábamos a comer… y en eso seguimos. Para la cena, por recomendación de nuestro amigo José Ignacio Cascón, nos plantamos en El Pernil Ibérico, cuyo nombre no deja lugar a dudas de lo que encuentras dentro… aunque, como no solo de jamón vive el hombre, os recomiendo “desengrasar” con la ensalada de perdiz escabechada y las anchoas de Santoña. Simplemente deliciosas.

Se acaba la escapada, pero antes de coger rumbo a Madrid no podéis dejar de coger fuerzas en la cafetería del Hotel Torres: el desayuno de los campeones tiene café, tostada con jamón (y qué jamón… y qué pan) y zumo de naranja recién hecho. Así no hay quien se deje vencer por la vuelta a la rutina. Y si no… siempre nos quedará el pernil.