Nanaísmo: última llamada

2 diciembre 2014

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Surrealismo, vanguardismo, clasicismo, cubismo, naturalismo, dadaísmo… Si pensabais que no os quedaba ningún «ismo» por ver, os equivocabais: el nanaísmo os espera en la galería de arte Modus Operandi (c/ Reina Mercedes, 5).

Los nanaístas son enfermos. Enfermos de un «nihilismo agudo». «Rebeldes de la negación». Y si dadaístas y surrealistas tuvieron su manifiesto, los nanaístas no iban a ser menos. Pasen y lean:

1. Reivindicamos el surrealismo español. […] Los nanaístas aspiramos a tomar el relevo de ese otro 27 y usar su humor, elegante, surrealista y magnífico, para diseccionar la realidad. Si los canales empleados por los intelectuales del otro 27 fueron, fundamentalmente, las revistas gráficas y el teatro, nosotros añadimos el cine, la música, la danza y las artes plásticas.

2. Creamos a partir de los Clásicos y la Antigüedad. […] Sostenía Rafael Gómez, El Gallo, que lo clásico era aquello que no se podía mejorar. Comulgamos con este credo gallista. Los nanaístas no rompemos con el pasado, sino que profundizamos en él para seguir creando. Como los grandes cineastas, aprenderemos a hacer cine viendo obsesivamente películas de John Ford, empezando por Centauros del desierto. Ojo: porque continuamos aprendiendo.

3. Nuestro leitmotiv es la búsqueda, más que la propia conquista (quizás por ello, también simpatizamos con Ulises). Cada mañana, releemos el Mito de Sísifo. La tarea del creador ha de ser como la de un Sísifo infatigable que, pese a advertir de manera implacable la imposibilidad de su empeño, no renuncia a su cometido. Escribió San Agustín: “Buscaremos como si fuéramos a encontrar, pero nunca encontraremos sino teniendo que buscar siempre”.

4. Defendemos los “efectos naturales” por encima de los “especiales”.

5. La Tauromaquia es un rito sagrado: la única esperanza de ser libres y la última oportunidad de seguir existiendo. Sobre el albero de la plaza, cada tarde, un puñado de hombres defienden, a duras penas, una serie de valores que nuestra insaciable sociedad destruye: el esfuerzo, la superación personal, la dignidad, el valor, el respeto al rito y la hombría, en definitiva, la torería. ¿Existe una estampa más épica, ética y estética que un hombre enfrentándose a un toro bravo?

6. Una afición por cada sentido y, para nuestro sentido favorito, dos aficiones. Por ello, tenemos el firme propósito de recuperar la idea de “espacio vivo de experimentación de los sentidos” que defendió el escultor Alberto Sánchez. El décimo mandamiento de la Escuela de Vallecas predicaba con sabiduría: “La gula primeramente y el sueño, la lujuria y el arrebato…”. No hay que olvidar que, para Azorín, sólo un plato de natillas era superior a la música de Rossini.

7. Disfrutamos de la grandeur, o de lo que queda de ella. Es decir, admiramos la exquisitez y refinamiento de la cultura francesa. Nos deslumbra su capacidad de acogida, creando franceses universales a partir de talentos nacidos en otras tierras (sirvan como muestra reciente Picasso y Jacques Brel). Somos absolutamente francófilos, a pesar de Napoleón y algún otro pequeño detalle que pasamos por alto. Nos extasiamos con la filosofía y la literatura galas (de Proust a Camus, pasando por Dumas y Cioran), el arte pictórico (impresionistas y fauvistas) y la chanson. Nuestro sibaritismo, heredado indudablemente de los franceses, nos obliga a cerrar las comidas con un pedacito de chocolate negro.

8. Las principales fuentes de riqueza en España son el idioma, el legado artístico, la gastronomía autóctona y el clima benigno. Paradójicamente, no rentabilizamos al máximo ninguna de ellas. En Hispanoamérica, entre los 375 millones de personas que actualmente hablan español, han nacido varios hombres brillantes que pensaron en nuestra lengua. Otra tradición innegociable para un buen nanaísta es la siesta, el yoga ibérico, en palabras de Cela.

9. Preservamos la música popular, la que nace y muere en el corazón de los pueblos.

10. Los nanaístas somos, consciente o inconscientemente, del Atleti de Madrid, el único equipo que ha tenido seguidores incluso antes de existir, como fue el caso de Marco Aurelio, Mariano José de Larra, Nietzsche, Schopenhauer o Dostoyevski. Ser del Atleti, implica una forma particular de afrontar la vida, de tener asumida la derrota -que a menudo encierra más dignidad que la victoria-, porque el esfuerzo y el trabajo no se negocian. Estamos convencidos de que el “Cholismo Ilustrado” será estudiado algún día en las universidades más prestigiosas.

 

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¿Y quiénes son los nanaístas? Gabri Solera, fotógrafo que muestra la naturaleza invadida por la civilización. José Salguero, pintor que reflexiona sobre la alienación del ser humano en el ámbito militar. Lucie Geffré, que en sus retratos se recrea en la dualidad del ser (vida-muerte, oscuridad-luz). Pepe Castro, fotógrafo nanaísta de nanaístas. Rafael Jiménez, deformador de la imagen y observador de la realidad en rojo y blanco. David Arnás, retratista de cabezas enmascaradas. Fernando Palacios, galáctico de rayas. Y punto. Pablo Lozano, hecho escultor en el desecho cotidiano. José María Casanova, también escultor, amante de una justicia ausente. Joaquín Pacheco, la soledad hecha luz. Elena Guerrero, atlética de bandera. Aunque ahora no se lleve.

 

Una auténtica declaración de intenciones para disfrutar hasta el 5 de diciembre.

 

NANAÍSMO: LA PRIMERA VANGUARDIA DEL SIGLO XXI
Galería Modus Operandi&lt

Reina Mercedes, 5 local 2

28020 Madrid

Tel. 915 357 054

info@artemodusoperandi.com



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