Lo nuevo de Luis Piedrahita, un siglo demasiado largo

4 noviembre 2014

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¿Qué tiene de especial un retrete? ¿Una sala de espera? ¿Los pisapapeles? ¿Los filamentos de las bombillas? Nada. Pero ser capaz de reírse de ellos es todo un acto de ingenio. Y hacer que otros se rían, una cualidad de genio. Del humor, en este caso.

Es lo que consigue Luis Piedrahita en A mí este siglo se me está haciendo largo (Ed. Planeta), su nuevo libro. He aquí su declaración de intenciones:

«Hola, jovenzuelos:

Soy Luis Piedrahita y quiero presentaros el libro más divertido del siglo XXI, A mí este siglo se me está haciendo largo. En él escribiré sobre el queso. ¿Que qué es eso? Eso es queso. Escribiré sobre las tapas de los retretes. ¿De qué va este capítulo? Va de retretes, Satanás. Escribiré sobre las bayetas y los trapos, y explicaré cómo todo trapo atrapa todo. Escribiré sobre el marisco, pues del mar más arisco sale el mejor marisco, y escribiré también sobre el estornudo y el hipo, tan diferentes y a la vez tan distintos. En definitiva, escribiré sobre todas aquellas cosas que demuestran que este siglo ha empezado equivocándose, trastabillando, y que se nos va hacer muuuuy largo… Escribiré sobre todas esas minucias e insignificancias que acumulamos por los rastrillos y los cajones de casa, como las canicas, los clips, las encías de los galápagos, la pelusilla que se nos queda en el ombligo. De todas esas cositas pequeñas que a la larga son las que hacen de la vida algo realmente grande y de este libro algo imprescindible como el respirar, necesario como el pestañear, apetecible como el bostezar y gratificante como el rascarse. ¿Estás listo para reírte del siglo más largo de todos los tiempos?»

Este es el sexto libro de humor de Luis Piedrahita, cuyas ocurrencias se nos aparecen en programas como El hormiguero o La ventana, además de su cuenta de Twitter @Piedrahitaluis, y su blog, El ojo boquiabierto.

La ciudad, el despacho, la casa y la mesa son los escenarios del nuevo libro del humorista, en el que tampoco falta su peculiar visión sobre la condición humana.

Así podría describirse Madrid al estilo de Luis Piedrahita:

«Las rotondas están bien, pero no tantas. No, porque ralentizan la circulación. Es como si todas las puertas de todos los edificios, en todos los pisos y en todas las habitaciones, fueran puertas giratorias. No es buena idea. La rotonda ralentiza la circulación porque hay que hacerla despacio. Aunque luego la gente hace lo que le da la gana. El autobús de mi colegio tomaba las rotondas tan rápido que siempre perdía dos o tres niños delgadurrios por las ventanillas».

«Las alarmas pueden dispararse por muchos motivos, por ejemplo porque sí. Ése es el motivo más frecuente. El segundo es la caída de meteoritos o invasiones de Godzilla, en cuyo caso el hecho de que te roben el coche es un problema menor. Sólo el uno por ciento de las alarmas corresponde a coches que están siendo robados. Si oyes una, es mucho más acertado bajarse al refugio nuclear que ir a ver qué le pasa al coche».

Para que luego digan que la inspiración es cosa de musas.

 



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