Que sí, que los días son más cortos, que a las seis de la tarde …
Dicen que soy una borde, pero lo cierto es que me debo de reír demasiado, porque tengo auténticos surcos en la comisura de los labios. En alguna ocasión me han insinuado que debería inyectarme bótox, pero… uf, como que no. Que las agujas solo me gustan si es mi madre la que cose y he visto tantos desastres faciales made in toxina botulínica que… vade retro.
Así que cuando Puri, la directora del centro de belleza Franck Provost de Ortega y Gasset 81 me propuso probar la radiofrecuencia no me lo pensé: ¿un tratamiento que da luminosidad y tersura a la piel de manera instantánea, sin agujas, y que mejora tu aspecto con el paso de los días? Sí, gracias.
Qué es la radiofrecuencia
La radiofrecuencia consiste en aplicar energía a través de la superficie de la dermis. Se pasa una especie de rodillo que hace sentir calor (controlado, eso sí). Este calor provoca que se contraigan las fibras de colágeno y que se produzca más cantidad de esta sustancia, lo que refuerza y mejora el aspecto de la piel.
Qué es el DTI
El DTI (sistema de introducción transdérmica digital) es una mesoterapia virtual que consigue, a través de un rodillo, que el producto que se aplica sobre la cara penetre en la dermis, de manera que mejora su rendimiento porque lleva los activos al interior de las células, sin agujas ni inyecciones.
Resultados de la radiofrecuencia y el DTI
En la primera sesión de radiofrecuencia ya se notan los resultados: la textura de la piel es mucho más saludable y comienzan a borrarse las pequeñas líneas de expresión (ojo, en rostros con la piel muy muy arrugada ese cambio no será tan evidente).
Este efecto se potencia con la sesión de DTI, que mejora mucho el aspecto de las arrugas y minimiza la flacidez y las manchas. Es como si el rostro tuviera mucha más luminosidad y estuviera más terso y «levantado». Y lo mejor: estos resultados mejoran conforme pasan los días (verídico: al día siguiente iba sin maquillar y todo el que me vio me piropeó… ¡lo nunca visto!).
Para maximizar estos resultados lo ideal es hacer un tratamiento de entre cuatro y seis sesiones, una cada semana, y mantenerlo después con una sesión cada mes (aproximadamente y siempre en función del tipo de piel). Los precios son más que razonables: 50 euros la sesión de radiofrecuencia facial y 35 euros cada sesión de DTI.
Y como en Franck Provost de Ortega y Gasset 81 te miman que da gusto, después de probar la radiofrecuencia facial y el DTI en las fantásticas manos de Brigitte me pasaron al tocador para probar su peluquería. Didi me cuidó la melena con un tratamiento de fuerza de Secretos del agua (una firma de la que os hablaré en próximos post, porque es un verdadero descubrimiento, recomendación de Puri) y después de sufrir un buen rato con mis enredones (pero sin tirarme lo más mínimo) me peinó al estilo surfero… ¡mirad qué ondas!
Paula, nuestra fotógrafa, también pasó por sus manos entre clic y clic… y he aquí el resultado:
No contenta con tanto mimo, Puri no me consintió irme del centro sin un toque de color. Probé el maquillaje con aerógrafo… una delicia que te aporta buen color con una textura ligera y al mismo tiempo duradera. ¡100% recomendable!
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Texto: Noelia Jiménez
Fotos: Paula Intxausti
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